Diferencias culturales entre españoles y peruanos (Parte I)

Dicen que las comparaciones son odiosas pero es que no me puedo resistir más. Mi lista mental crece y necesito apuntarla en alguna parte, así que aquí la tienen: las diferencias culturales entre españoles y peruanos (¿quizás tendría que decir «entre limeños y barceloneses«? Quizás).

La bandera de Perú y España en formato parche.

Todo lo que listaré aquí es fruto de mi observación, basada solo en mi propia experiencia de mi vida en Lima y mi vida en Barcelona, así que seguramente habrá quienes discrepen en algunos puntos. Normal. Ya me lo dirán.

He intentado mantenerme imparcial para no favorecer/ofender a ninguno de los dos grupos, porque mi intención es solo recordar esas pequeñas diferencias que hacen única a la gente de aquí y de allá. Como la lista es larga, la presentaré partida en dos posts. Empiezo:

1.- El uso de los diminutivos

¡Cómo no notar la diferencia! En Perú usamos diminutivos para todo, hasta para los nombres propios. Al punto que cuando alguien nos llama por nuestro verdadero nombre pensamos que hemos hecho algo malo. Por ejemplo, si mi nombre es Brekas, en Perú me llamarían Bre, Brekitas, Brekasita, Brekiux, Brecuchi, Brekicita… cualquier cosa menos Brekas, y eso nos gusta. Nos sentimos como en casa.

diminutivos usados en peru

Reducimos todo, incluso lo que ya viene reducido: «Paquito» en vez de «Paco» (que de por sí ya es diminutivo de «Francisco») y así todo el tiempo, con nombres, sustantivos y adjetivos. Esto a los españoles los desconcierta y a algunos tanta melosidad hasta los pone de los nervios.

Cuando fui por primera vez a España y me presentaron a mi ahora ex suegra, luego de esa primera reunión me despedí con un «Hasta luego, Fulanita. Gusto de conocerla», y ella me dijo, con esa sinceridad característica de los españoles al hablar: «Mi nombre es Fulana, no Fulanita». In your face! Cualquiera diría que era una señora borde, pero no, mi ex suegra es de las mejores personas que han poblado la tierra.

2.- El uso del DON y DOÑA

También fue en esa primera reunión con mis ex suegros que aprendí a que nunca, ¡JAMÁS! le debes decir Don Fulano o Doña Fulana a nadie en España.

Los Reyes de España. A ellos sí se les puede llamar Don y Doña. / Foto: Jlmaral (Flickr CC)

Cuando me oyeron dirigirme al padre de mi ex con un «Don Fulano», sus hijos

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Diferencias culturales: No todo es Halloween los 31 de octubre

Siempre he dicho que en este blog contaría cosas sobre los lugares en los que he vivido pero ayer caí en la cuenta de que jamás había escrito absolutamente nada sobre EE.UU. Visto que estamos de 31 de octubre/1 de noviembre, quizá sea un buen pretexto para empezar a hacerlo.

calabazas naranjas de Halloween
Invasión de todos los tipos de calabazas en los supermercados de EE.UU. en octubre, especialmente las calabazas naranjas./ Flickr: Brenda Castañeda

El 31 de octubre es una fecha comodín. Me da la sensación de que esté donde esté, la gente se habrá inventado algo para celebrar ese día. La más famosa, Halloween. Una fiesta de víspera de Todos los Santos (1 de noviembre) de origen escocés y cristiano que una vez en EE.UU. se convirtió básicamente en lo que es hoy: una fiesta de disfraces de miedo. Luego se exportó a casi todo el mundo.

Pero no en todo el mundo Halloween es bien recibido. Celebrarlo o no celebrarlo suele poner en dilema a la gente de algunos lugares que tienen otra fiesta local asignada para este día, así que la lucha entre el «yo-también-me-quiero-disfrazar» y el «pero-no-me-quiero-alienar» puede ser muy estresante por estas fechas. Y quien acabe cediendo ante Halloween será criticado.

Yo lo celebré una sola vez durante mi vida en Perú. Era niña y me disfrazaron de Chilindrina (personaje de la TV latinoamericana). Como usaba lentes/gafas y dos colas imagino que mi mamá pensó que ya tenía la mitad del disfraz hecho. La segunda fue en EE.UU. Pero

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Ubud, el pueblo en Bali donde vacacionan las solteras

Calles de Ubud
Una calle típica del centro de Ubud.

A una hora del aeropuerto principal de Bali está Ubud, un pueblito repleto de palmeras cocoteras, árboles de plátano, templos hindú y campos de arroz en los alrededores. Está en el interior de la isla, por tanto no tiene playa, y ni falta que le hace.

Ubud tiene otra cosa. Algo que no atrae al turista chabacano, ese que prefiere zonas playeras adaptadas al estilo occidental y beber Bintang hasta perder el conocimiento, como Kuta, que está al sur de la isla.

Templo hindú en Ubud
Uno de los tantos templos hindú en Ubud.

Lo que Ubud tiene es encanto, un encanto que atrae a la persona curiosa por conocer un auténtico pueblo hindú, una cultura diferente, comer bien (bien de verdad), acercarse un poco a lo espiritual o, como mínimo, desconectar de lo mundano occidental.

Monkey Forest de Ubud
El Monkey Forest es un parque sagrado dedicado a los monos. Está ubicado a tres calles del centro de Ubud.

Entre este otro tipo de turista está un grupo en particular que llamó mi atención: el de chicas solteras, generalmente europeas, en busca de algo diferente a la juerga, el flirteo o una-noche-de-copas-una-noche-loca.

Son chicas que van a Ubud a meditar y vivir una experiencia parecida a la de Julia Roberts en la película «Comer, rezar, amar» («Eat, pray, love»). Mujeres que intentan conectar con ellas mismas y quién sabe, conocer a alguien especial si se diera el caso.

Dicen que Ubud adquirió esa particular fama entre las solteras precisamente gracias a

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Un Mundial de Fútbol que no es tan mundial

Para artículos concienzudos sobre deportes y lo último del Mundial de Brasil, les sugiero que visiten otras páginas porque acá no habrá de eso. Lo que sí habrá es un recuento de cómo se vive un Mundial de Fútbol en mi ciudad: Perth, Australia.

Mundial de Fútbol en diarios australianos
Esta impresión de pantalla es de la página de deportes de un diario importante australiano: The West Australian, el 16 de junio, cuando aún la selección de Australia no había sido eliminada. Miren cuánto espacio le dedican al Mundial de Fútbol.

Para comenzar, que este Mundial nos coge siempre roncando, por la noche. Por la diferencia horaria entre Australia y Brasil, los partidos este año han sido a las 00:00, 03:00, 04:00 y/o 6:00 de la mañana. Por eso, saber a ciencia cierta si el fútbol tiene acogida o no en Australia es un poco complicado.

Lo que sí puedo asegurar es que no se escuchan comentarios sobre este tema durante el día o en las calles, a pesar de que su selección fue una de las primeras en llegar a Brasil (y perdieran en las primeras rondas). Si no fuera por el Facebook, ni me enteraría lo que está pasando en deportes.

Por ejemplo, el otro día fui a un pub en hora punta y allí estaba toda la gente bebiendo, comiendo y mirando los deportes en las grandes pantallas que suelen tener los pubs. Yo pensé que estarían mirando

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10 señales de que estás en Australia

Si por esas cosas de la vida fueras abducido por unos extraterrestres y te soltaran en otro lugar del planeta totalmente desconocido, aquí te dejo 10 cosas que verás y te indicarán si, efectivamente, has llegado a Australia :P:

1.-Gente caminando descalza

Por donde vayas en Australia, al menos en Western Australia, siempre verás a alguien caminando sin zapatos. Aquí una niña en el zoo.
australianos sin zapatos en el tren
Intenté tomar esta foto con discreción pero al menos se ve cómo este australiano va en el tren todo descalzo. Por mis zapatos (los marrones), deduzco que era invierno.

Sea verano o invierno (sí, en Australia también hay inviernos ¡y fríos!), verás hombres, mujeres, niños y adultos andando sin zapatos por todos los lugares. Por lo menos una vez al día te cruzarás con gente así. Yo los he visto en las calles, centros comerciales, restaurantes, bancos, supermercados, jugando al dodgeball (como matagente pero con reglamento) y hasta en el autobús, donde incluso vi a una familia entera de papá, mamá e hijitos todos descalzos. No es pobreza, solo una costumbre nacional.

2.-Hombres con botas UGG

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La moda barcelonesa

Un breve resumen de lo que hoy en día es el estilo o la moda en Barcelona. El hipster, el bobó, el urban, el pijo (pituco)… ¿Cuál eres tú? Un video de La Vanguardia.es

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España + agosto = aburrimiento seguro

cerrado por vacaciones en españa
Esta es mi oficina bancaria en agosto de 2012 un día en que fui de urgencia a hacer un trámite.

Después de seis agostos este es el primero que paso fuera de España, y está siendo «la leche», chévere, divertido, ¡NORMAAAL!, por lo menos normal: un agosto en donde todo funciona, todo abre, todo cierra (porque abrió), todos están, ¡sí!!!: ¡todos están! Tus amigos no se han ido tooodos de vacaciones a la vez, tú no eres la única trabajando en una oficina a la que solo le falta la bola de paja rodando y tampoco eres la única viajando en el autobús (que ahora pasa uno por hora por lo de «todos están de vacaciones…»).

Imagino que tiene sus ventajas eso de que todo un país se paralice en un determinado mes para vacacionar: los amigos pueden viajar juntos, las familias pueden estrechar lazos, las revistas del corazón pueden amortizar más el viaje a Mallorca de sus paparazzi, etc., pero son beneficios de los que nunca gocé mientras viví en España porque al ser extranjera, intentar comprar un vuelo en agosto

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Y tú, ¿de qué raza eres?

Después de mucho tiempo se me ocurrió abrir uno de esos mails que te suelen mandar las empresas a las que uno «pertenece» quiera o no. Era de mi compañía de teléfonos de Estados Unidos, AT&T, que me enviaba una encuesta porque querían saber cuán satisfecha estaba con sus servicios, o algo así. Decidí llenarla porque pensé: «Quizás así puedo decirles lo horribles que fueron conmigo».

Ya no vivo allí, por ende ya no uso su línea, pero mi móvil, un HTC Inspire 4G que todavía luce nuevo, se murió el pobre de muerte súbita al año y medio de edad. Cuando les llamé para pedirles ayuda me dijeron prácticamente que no podían hacer nada. Pero los mails siguen llegando, incluidas las facturas. Nunca contraten un smartphone a dos años vista. Se mueren antes, vienen programados para eso, lo tengo comprobado.

En fin. Volviendo al tema de la encuesta: la abrí y la comencé a llenar cuando de pronto me di con la típica pregunta que hacía tiempo no veía. La encontrarán en todo cuestionario oficial o no oficial que te hacen en los Estados Unidos cuando tienes que rellenar tus datos, y es esta: «¿De qué raza eres?«. Por supuesto que suele tener matices para no parecer descorteses, discriminatorios o, que sería peor, racistas (¡Dios los libre de que alguien piense que quisieron ser racistas! ¡Eso no!).

Tipica encuesta en Estados Unidos
Típica pregunta en (¿casi?) todas las encuestas y formularios oficiales y no oficiales de Estados Unidos.

En la imagen que capturé de la encuesta de la que hablo y que he colgado aquí pueden ver un ejemplo (traducción de lo que dice en la imagen para los que no entienden inglés: «En cuál de los siguientes grupos te clasificarías?», y pone un listado de opciones para marcar, que van desde el negro hasta el blanco, pasando por marrones y amarillos). Como ven, saber la raza es un dato clave tanto para el gobierno como para las empresas cuando vives en un país avanzado.

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Yo no quiero tener un millón de amigos

Amigo: dícese de ese bicho tan raro de encontrar que cuando estás sobre los 30s comienzas a creer que se encuentran en proceso de extinción. Te puede caer bien todo el mundo, podrás agregarlos al Facebook, comentarles las fotos, los estados, invitarlos a eventos masivos, pero de ahí a dar el gran paso de que te apetezca quedar con alguno en exclusiva para un café o una cerveza y que a esta otra persona también, las probabilidades son menores. Si logras pasar ese punto, entonces comenzarás a tener un 25% de probabilidades de tener pronto a un nuevo amig@ (de los de verdad). ¿Por qué solo un 25%? Porque ese primer café o cerveza en exclusiva con el nuevo candidato a amig@ dará pie a una de estas tres posibilidades, y una de ellas con lado A y lado B:

© Pavel Losevsky / PhotoXpress
© Pavel Losevsky / PhotoXpress

Primera posibilidad: Que quedes con esa persona y jajajá, jejejé, los dos se caigan bien y entonces vuelvan a quedar para un segundo café o cerveza, esta vez con alguna tapa/snack para alargar un poco más el encuentro y poco a poco uno termine invitando al otro a unirse a su grupo de amigos cercanos para salir todos juntos y pronto hasta compartirán secretos. ¡Qué bonito!

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5 cosas que odio de Perú

Antes de empezar, apelo a su sinceridad: Por mucho que le guste a uno su país, hay cosas que odiamos de él, ¿sí o no? Pues en mi caso, después de estar algunos años fuera, he pasado por momentos de nostalgia en diversas ocasiones pero hay otras en las que de solo de recordar ciertas costumbres, se me quitan las ganas ese mismo rato de querer estar en mi país. Para mí, las 5 costumbres feas que hay en Perú son estas:

1.- Cuando llegan los carnavales

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Creative Commons / Open ClipArt Library / Gerald_G

Febrero será un mes en el que NUNCA me verán por Perú. Al menos por voluntad propia. Odio los carnavales como Garfield los lunes. Es que en Perú, a diferencia de en otros lugares, los carnavales no son solo una fiesta de disfraces y que solo dura unos días sino una especie de licencia para que todos los abusones le falten el respeto a los demás, especialmente a las chicas. Desde el 1 hasta el 28 o 29 de mes. Peor en domingos.

A medida que caminas por las calles, te lanzan globos con agua de manera tal que no solo logran mojarte sino también hacerte doler.

Puedes recibir los globazos de 

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¿Amigos por default?

Parece que al fin mis nuevos grupos de amigos (los que mi marido gentilmente me prestó cuando llegué a Barcelona desde Lima) han dejado de insistirme en algo. No sé si porque se han dado cuenta o porque se han acostumbrado ya a mi presencia. El asunto es que han dejado de hacer algo que por nueva no me atrevía a contradecir y les seguía la corriente con una sonrisa y cara de agradecimiento:

Querer reunirme con la novia o novio de un primo o prima de un amigo o amiga con quien a veces no habían coincidido más que en un par de juergas pero que, por un motivo que consideraban importante, creían que podía interesarme para comenzar a hacer mi propio círculo social.

¿Será que es periodista?, pensaba yo mientras me lo contaban. ¿Será que es otra que dejó sus asuntos por su ciberesposo?, ¿O es que será que conocen a otro aficionado a coleccionar moneditas, a devorar pizzas picantes, maniático de la ortografía o del cine en versión original?, pensaba tratando de descubrir por qué me podría interesar conocer a esa otra persona. Pero no, la respuesta era N.A. (ninguna de las anteriores).

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